Sin embargo, los interrogantes son muchos. Todo indica que en el mejor de los casos, se garantizará un espacio para que la Iglesia continúe haciendo lo que ya viene haciendo; en el peor, se pondrá en riesgo la credibilidad del recurso de mediación más importante que tiene el país. Sin embargo, son tantos los interrogantes y el contexto en el año electoral acercándose, que parece tan poco favorable que las esperanzas se pueden ver rápidamente frustradas: ¿Cuál es el mandato de la Iglesia? ¿A quién incluye? ¿Por cuánto tiempo? Sobre nada de esto hay claridad. Tampoco parece que haya margen político de maniobra.
Como propuesta, el “prediálogo” anunciado esta semana es un paso correcto y necesario; si echa raíces, se colocaría una pieza clave para la solución del conflicto. Sin embargo, los interrogantes son muchos. Todo indica que en el mejor de los casos, se garantizará un espacio para que la Iglesia continúe haciendo lo que ya viene haciendo; en el peor, se pondrá en riesgo la credibilidad del recurso de mediación más importante que tiene el país.