A causa del cese de hostilidades, la confrontación con las FARC ha bajado a un pico histórico. Sin embargo, el miedo está aún presente y seguramente también será usado para movilizar votos y voluntades
¿Cuántos miembros -y cuántas armas- tienen las milicias urbanas de las FARC? ¿Serán los milicianos parte del proceso de reintegración a la vida civil? ¿Qué se puede aprender de las experiencias internacionales sobre un tema tan delicado?
El acuerdo entre el Gobierno y las FARC para brindar la seguridad y estabilidad jurídica del acuerdo final busca su sostenibilidad, sin embargo, el debate que ha provocado muestra que puede generar efectos que deben abordarse
El acuerdo con las FARC no solucionará los problemas del país, pero sí permitirá reconocer que las transformaciones fundamentales han sido ignoradas o pospuestas por un sistema político que ha tenido como coordenadas la confrontación bélica
"La transformación y modernización del país requerirá del compromiso de todos. El gran desafío está en que sepamos aprovechar esta oportunidad". Análisis de María Victoria Llorente, directora de la FIP.
Colombia cuenta con un elevado número de normas para promover la participación ciudadana, sin que esto equivalga a una gestión pública que involucre efectivamente la voz de la ciudadanía. Reflexiones para el postconflicto
No basta con establecer un programa de reintegración solo para los desmovilizados o un programa especial de atención para los niños que salgan de esta guerrilla. Es urgente empezar a pensar que estos niños hacen parte fundamental de la construcción de escenarios de paz y reconciliación en los territorios
Mientras que el conflicto armado se desactiva – al menos con las FARC -, distintas economías criminales se consolidan en los territorios. Esta es la “nueva” cara de la violencia en Colombia: menos ligada a la guerra pero todavía dependiente del orden criminal; más selectiva, fragmentada, de bajo perfil y concentrada en la periferia. Su hilo conductor: un Estado que continúa delegando sus funciones más básicas, que ha hecho poco por reducir la impunidad, pero que ha dado pasos en “domesticar” las expresiones criminales más visibles y violentas.
Los acuerdos de La Habana permiten pensar en poner fin a la guerra contra las drogas enfocando desde otra perspectiva lo que ha sido hasta ahora un problema de seguridad
Esta región es noticia por el reciente secuestro de tres periodistas, pero no por los asesinatos, el abandono estatal y las promesas incumplidas. La paz que quiere el Gobierno no podrá ser sin un giro de 180 grados en su modo de abordar los desafíos.