La violencia organizada se puede prevenir y contener, pero para lograrlo es importante entender sus rupturas, transformaciones y también sus continuidades.
Un problema no se puede resolver si no se entiende en toda su dimensión. Hasta ahora, las mediciones y las explicaciones del fenómeno han resultado insuficientes para poder consolidar políticas que sean efectivas y sostenibles en el tiempo.
Tras el asesinato de María del Pilar Hurtado en Tierralta (Córdoba), Semana habló con Juan Carlos Garzón, director del área de Dinámicas del Conflicto de la FIP, sobre la situación de los líderes sociales y la violencia en las regiones de Colombia.
¿Qué tan cierto es que el aumento de los cultivos de coca trae consigo un incremento en la violencia? Este análisis de las cifras y comportamientos históricos de violencia en distintos municipios del país, demuestra por qué no siempre dicha relación es tan sencilla como directa.
El control de armas no puede tomarse a la ligera ni responder a intereses particulares. Tiene profundas implicaciones en la letalidad de las acciones delincuenciales. Tres argumentos para lograr el equilibrio en la reglamentación de permisos especiales.
Planes como “el que la hace la paga” terminan escondiendo la ausencia de una verdadera estrategia para restaurar la seguridad y sentar las bases para la construcción y fortalecimiento de las instituciones del Estado.
En el último año y medio, 50 excombatientes de la desmovilizada guerrilla han sido asesinados. ¿Qué está pasando con su seguridad y la de sus familias?
En los barrios tumaqueños, alejados de los sitios seguros donde pululan los agentes de la DEA y los oficiales de interdicción, se está viviendo una crisis humanitaria que ha dejado cerca de 1.500 desplazados intraurbanos en los últimos tres meses.
De cara al posconflicto, urge fortalecer los registros y los controles sobre los sectores que manejan armas de fuego, como el de vigilancia y seguridad privada, y hacer grandes esfuerzos para combatir el mercado ilegal que nutre el accionar de los actores armados ilegales.
El nuevo boom de la coca no parece tener una relación estadística con la expansión del homicidio, pero en algunos municipios, la disputa por el control de la economía cocalera si sigue disparando los asesinatos.