Análisis / 24 de febrero de 2017 / Tiempo de lectura: 5 min.

Las revelaciones de la intervención del Bronx: Desafíos y recomendaciones de política pública

Análisis de la FIP sobre las principales dinámicas que reveló la intervención del Bronx y los desafíos que enfrenta Bogotá

Foto: Policía Nacional
Foto: Policía Nacional

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Microtráfico y habitantes de la calle en Bogotá

Análisis de la FIP sobre las principales dinámicas que reveló la intervención del Bronx y los desafíos que enfrenta Bogotá Ver especial

Han pasado nueve meses de la intervención del Bronx. Es pronto para hacer una evaluación sobre sus impactos y continúa abierta la discusión sobre si las acciones que se han implementado lograrán transformar la realidad de este territorio y la de las personas que allí habitaban. En el informe Las revelaciones del Bronx. Intervención de zonas de alta complejidad: Desafíos y alternativas, la FIP describe el contexto del Bronx, analiza la intervención y sus componentes e identifica las dinámicas que reveló la operación que realizó la Alcaldía. Los siguientes son los principales hallazgos y recomendaciones:

1. La intervención del Bronx era necesaria; la situación había llegado a un punto de no retorno. En esta zona de Bogotá los menores de edad eran víctimas de graves hechos de violencia e intimidación y los habitantes de calle se encontraban bajo la amenaza e instrumentalización de las facciones criminales. La situación había llegado a un punto de no retorno, con un contexto hostil para la intervención social, abiertamente desafiante a cualquier presencia institucional.

2. Si bien el Bronx se encuentra bajo el control de las autoridades, hay dinámicas criminales que continúan activas en sus inmediaciones. Es pronto para señalar que hay un punto de quiebre y existe el riesgo de que emerjan nuevas ollas.

3. La intervención en el Bronx “calentó” otras zonas de Bogotá. Con anterioridad a la intervención, en Bogotá se venía dando un proceso de fragmentación de los mercados locales de droga. Tras la Operación Némesis, este fenómeno se aceleró con el desplazamiento de los ganchos del Bronx a otras zonas de la ciudad como Ciudad Bolívar, Suba y Kennedy. Esta reubicación de las estructuras criminales estuvo conectada con el intento de apertura de nuevos puntos de expendio en la ciudad, la concentración de habitantes de calle, aumentos en los delitos en algunas zonas y el incremento en la violencia homicida ligado a las disputas territoriales.

4. Bogotá atraviesa dinámicas criminales cambiantes que afectan directamente a poblaciones que se encuentran en situación de riesgo. En la capital existen distintas estructuras criminales que dominan una gran variedad de mercados ilegales, no obstante, no hay un mapeo claro de sus redes e influencia, lo cual dificulta entender la magnitud del problema y limita cualquier política destinada a resolver la situación.

5. La toma del Bronx reveló la compleja relación que existe entre el mercado de drogas y los habitantes de calle. De acuerdo con el análisis realizado por el Distrito en 2015, la principal condición expulsora de esta población es el consumo de sustancias psicoactivas –seguido por el deterioro de la red familiar–. La droga que más usan es el basuco, seguida por la marihuana, los dos alucinógenos que más se comercializan en los puntos de expendio de la capital. La distribución de basuco, por parte de los “ganchos”, ha generado una relación perversa con esta población: un proceso de manipulación y control ligado a su acceso.

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6. El desplazamiento de habitantes de calle no empezó con el desmantelamiento del Bronx. El desplazamiento no inició tras la operación del 28 de mayo del año pasado. Desde 2010, los habitantes se vienen desplazando a localidades como Kennedy, Engativá, Rafael Uribe, Antonio Nariño, Bosa y Fontibón. Si bien la intervención del Bronx acercó a estas personas a la oferta institucional, también reveló la necesidad de adaptar las respuestas del Estado a las condiciones cambiantes del habitante de calle.

7. Un habitante de calle es 37 veces más propenso de ser asesinado que cualquier ciudadano. El último censo de habitantes de calle que se realizó en 2011, identificó una población de 9.614. Siguiendo el número de homicidios de ese año, la tasa equivaldría a 956 por cada cien mil habitantes de calle –mientras que para la ciudad fue de 22.1 ese mismo año–. Tomando un estimado de 12 mil habitantes de calle en 2016, la tasa de homicidios por cada cien mil podría estar alrededor de 540, mientras que la tasa de la ciudad fue de 15 por cien mil.

El Bronx simboliza la indiferencia de los ciudadanos, la fragilidad del Estado y la capacidad de los delincuentes de apropiarse de zonas donde la institucionalidad no funciona

8. La corrupción de miembros de la policía y su participación en economías criminales es uno de los principales retos que enfrenta la ciudad. Si bien es acertado afirmar que la corrupción no es sistemática, sino que está focalizada en pequeños grupos de agentes viciados, el hecho de que el organismo policial no haya podido evitar estos casos y que se repitan de manera recurrente, sí es un problema persistente del sistema. Prueba de ello es que, en las operaciones llevadas a cabo en los lugares de expendio de drogas, se han encontrado vínculos entre las redes de distribución y la Fuerza Pública.

9. La mayoría de los delitos cometidos contra los menores de edad en el Bronx tiene una alta probabilidad de quedar impunes. Después de la intervención, 140 menores ingresaron en la ruta de restablecimiento de derechos. Muchos de ellos después de varios meses de ser víctimas de delitos graves como explotación sexual y tortura por parte de las organizaciones criminales. Aunque un primer paso fue su rescate, el mayor reto que enfrentan las autoridades es garantizar que esto no vuelva a suceder, avanzando con el esclarecimiento de estos delitos.

10. Dos recomendaciones: Evaluar la instalación de salas de acogida para el uso de sustancias psicoactivas y revisar las barreras que impiden la atención al habitante de calle –especialmente la abstinencia–. Con el propósito de reducir el riesgo y el daño producido por las sustancias psicoactivas a los usuarios y sus entornos, y acercar a los consumidores a la oferta institucional, el Distrito y las instituciones nacionales deben evaluar seriamente la apertura de Centros de Consumo Controlado, así como la provisión supervisada de sustancias por parte del Estado. De otro lado, a partir de la experiencia en el Bronx, es importante que el Distrito revise las barreras de acceso que impiden que una parte importante de los habitantes de calle acudan a la oferta institucional.

 

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