Análisis / 15 de septiembre de 2016 / Tiempo de lectura: 12 min.

FIP: "Debemos conectar la agenda de paz con las de desarrollo, sostenibilidad e innovación”

Más de 200 empresarios y representantes de fundaciones nacionales e internacionales, se reunieron en Cartagena el pasado 6 y 7 de septiembre, en el Foro Internacional: Futuro Colombia, para reflexionar sobre la oportunidad que representa el postconflicto para el sector. La siguiente es la presentación de María Victoria Llorente, directora ejecutiva de la Fundación Ideas para la Paz, donde hace un llamado a la reflexión y también a la acción de los empresarios.

María Victoria Llorente, directora de la FIP
María Victoria Llorente, directora de la FIP
  • Autore/as
  • María Victoria Llorente
    María Victoria Llorente Directora Ejecutiva
  • Sergio Guarín
    Sergio Guarín FIP Alumni

"Quiero compartirles la emoción que me genera verlos acá reunidos. En cierta manera, este evento marca el cierre y el inicio de un ciclo muy importante para nuestro trabajo.

"En la Fundación Ideas para la Paz llevamos más de 15 años trabajando en temas de paz, seguridad y derechos humanos que involucran al sector empresarial.

"Por eso, llegar a este día, en el que se reúnen actores tan relevantes del mundo empresarial, organizaciones de la sociedad civil, representantes de la institucionalidad y líderes de opinión para dialogar sobre las conexiones que existen entre las agendas del desarrollo, la sostenibilidad, la innovación y la de la construcción de la paz, tiene para nosotros un inmenso significado.

"Quizás como un desarrollo natural del trabajo que hemos hecho en la FIP y en medio del proceso de paz con las FARC en La Habana, desde hace unos años decidimos concentrar buena parte de nuestros esfuerzos en construir una agenda no sólo de reflexión sino de compromiso empresarial hacia la construcción de la paz.

"Estamos a escasos días de una cita definitiva con la democracia. Nos corresponde a nosotros, la ciudadanía colombiana, decidir si respaldamos o no este pacto para el fin del conflicto que fue elaborado en La Habana.

"Nuestra decisión implica un enorme compromiso. No sólo porque este acuerdo de paz dista de ser perfecto, como lo es todo acuerdo en el que no hay ganadores ni vencidos, sino porque el contexto en el que se desarrollarán los acuerdos está marcado por las cicatrices de la guerra y por nuestras agendas pendientes.

Peter Schechter del Atlantic Council, Kevin Whitaker, Embajador de Estados Unidos, Marie Andersson de Frutos, embajadora de Suecia, María Victoria Llorente, directo de la FIP, Pablo Gabriel Obregón, Presidente de AFE y Silvia Bastante, del banco suizo USB, organizadores del Foro.
Peter Schechter del Atlantic Council, Kevin Whitaker, Embajador de Estados Unidos, Marie Andersson de Frutos, embajadora de Suecia, María Victoria Llorente, directo de la FIP, Pablo Gabriel Obregón, Presidente de AFE y Silvia Bastante, del banco suizo USB, organizadores del Foro.

"Por un lado no podemos perder de vista el doloroso saldo de esta guerra: casi 8 millones de víctimas del conflicto armado, más de 6,5 millones de desplazados, 250.000 asesinatos, más de 30.000 desaparecidos y otros miles de colombianos y colombianas mutilados y violados, entre las expresiones más infames de nuestra violencia.

"Por otro lado, está la deuda enorme que tenemos con el campo colombiano, con la equidad y con la democracia. De nada servirá haber firmado el acuerdo con las FARC, si no somos capaces de integrar efectivamente el campo colombiano a los circuitos del desarrollo y de la prosperidad, de generar oportunidades más equitativas para la gente y de robustecer nuestra democracia y el Estado que tanto le debe a los ciudadanos.

"Con ese telón de fondo y convencidos de la enorme importancia de los empresarios en la sostenibilidad de la paz de Colombia, nos dimos a la tarea de conversar con empresas y sus colaboradores, así como con líderes y fundaciones empresariales.

"Con el apoyo de muchos socios maravillosos (la Asociación de Fundaciones Empresariales, la Cámara de Comercio de Bogotá, Proantioquia, el Instituto de Ciencia Política y los gobiernos de Suecia y Estados Unidos, entre otros) hemos logrado entablar, en el último año y medio, una conversación activa con más de 80 empresas de toda Colombia sobre sus expectativas, miedos, esperanzas y posibilidades en torno a la paz.

"Esta tarea nos ha permitido discutir a profundidad los acuerdos de La Habana y plantearnos en conjunto con estas empresas profundos cuestionamientos. Han sido reuniones acá en Cartagena, en Cali, en Medellín, en Santander y Norte de Santander, en Popayán y en el Magdalena Medio, Buenaventura, entro otros.

"Derivado de ese proceso y del aprendizaje de la FIP, quiero ofrecerles hoy una reflexión, y, si me lo permiten, invitarlos al compromiso con la acción.

¿Qué hemos aprendido?

"Como punto de partida hay que señalar que hemos encontrado que hay un conjunto de empresas y líderes empresariales dispuestos a jugársela por la paz.

"Esto no implica apoyar incondicionalmente al Gobierno, ni avalar sus orientaciones en materia de paz, empleo o política económica. Lo que esto significa es que hay un buen grupo de empresas y empresarios que son conscientes de la importancia que tienen en la construcción de condiciones de vida digna en distintas zonas de Colombia, así como de su capacidad para generar oportunidades e innovación. También, hay que decirlo, están dispuestos a ser un interlocutor agudo, crítico y propositivo para los gobiernos y a cambiar su modo de hacer las cosas cuando sea necesario.

"Esto es una buena noticia, porque son ellos (estas empresas y empresarios) y no el Estado los que estarán en condiciones de proponer oportunidades en el contexto de lo que ahora llamamos postconflicto.

"¿En qué se parecen esas empresas que le apuestan a la construcción de paz? Seis rasgos las distinguen:

María Victoria Llorente durante la presentación en el Foro Futuro Colombia
María Victoria Llorente durante la presentación en el Foro Futuro Colombia

"Saben que la competitividad y sostenibilidad de sus negocios dependen del bienestar de sus entornos. En consecuencia, invierten en mejorar las condiciones de operación, no como un requisito de su operación, sino con la convicción de que al hacerlo se genera una lógica de gana-gana.

"En segundo lugar, se ven como parte del territorio donde operan y se identifican con su cultura y sus aspiraciones. Comprenden que los desafíos de la competitividad y de la sostenibilidad tienen un rostro territorial que es inevitable y fundamental.

"Creen que aportar a la paz supera la generación de empleo o el pago de los impuestos. Comprenden que pese a lo difícil que es en Colombia el ambiente para hacer negocios, tanto los impuestos como el empleo son consustanciales a la actividad económica legal y no pueden comprenderse como un aporte extraordinario al mejoramiento de la calidad de vida de los entornos. Esas empresas son conscientes de los recursos que tienen (políticos, económicos, tecnológicos) y de las oportunidades que crean al hacer negocios.

Para que la paz permanezca, se requiere, además de un Estado y una ciudadanía fuertes, un sector privado próspero

"Un cuarto rasgo: Tienen una visión de largo plazo y poseen vocación de permanencia. Toman decisiones pensando en el futuro y se proyectan en el tiempo pensando en una convivencia pacífica, productiva y enriquecida con los demás actores del entorno en el que operan.

"Ejercen un liderazgo adaptativo, inspiran a otros a cambiar. Se arriesgan, innovan. Han desarrollado la capacidad de identificar oportunidades en situaciones de incertidumbre y miedo. En síntesis, tienen mentalidad transformadora y se convierten en faro para otros.

"Un último rasgo que quisiera mencionar: Son empresas que viven y comparten sus valores corporativos. Generan a su paso una cultura organizacional que los identifica con prácticas de mejoramiento continuo, de evaluación y de cuidado por el otro. Son organizaciones que contagian con su acción, con su modo de ver el mundo.

"Una síntesis de estos rasgos llevan a que se dé un círculo virtuoso entre, por un lado, empresas prósperas con potencial de crecimiento permanente y, por el otro, ambientes pacíficos, estables, con reglas claras y capacidad de consumo.

"Cuando se observan con detenimiento estos rasgos, se ve que las empresas colombianas han ido adoptando nuevas visiones de desarrollo sobre las cuales se han venido dando, en las últimas décadas, importantes desarrollos intelectuales y prácticos a nivel mundial.

"Bien es sabido que desde la descolonización y el final de las Guerras Mundiales, en distintos ámbitos ha tenido lugar un importante debate sobre el significado y los contenidos del desarrollo.

"En términos sencillos, se puede afirmar que de una noción estrecha del desarrollo comprendido como acumulación, hemos transitado lentamente hacia el desarrollo visto como generación y distribución del bienestar.

"En ese sentido existe el consenso de que el dilema de las sociedades actuales consiste en poner a la dignidad humana y el cuidado del medio ambiente en el centro de las decisiones públicas. Este es el motivo por el cual han cambiado los indicadores. De medidas asociadas con el Producto Interno Bruto y el ingreso hemos pasado a la centralidad de las medidas que identifican el goce de derechos y la calidad de la vida.

Asistentes al Foro en Cartagena
Asistentes al Foro en Cartagena

"Este giro fundamental ha tenido su correlato en la discusión sobre las empresas y su lugar en la sociedad. Del discurso productivista y especulativo que durante años llamó a las empresas a maximizar sus ganancias como objetivo central, fuimos elaborando relatos que acercaron el bienestar al sentido de la acción empresarial.

"Desde el famoso informe Brundtland de 1987, con su emblemático llamado al “futuro común”, puede rastrearse el propósito explícito de poner límites ecológicos y morales a la actividad empresarial, basados en los criterios de la “sostenibilidad” y del rechazo al consumismo que fomenta la inequidad.

Mi propuesta implica mucho de reflexión y mucho de acción

"Y este fue sólo la primera expresión de un continuo debate que derivó en el concepto de valor compartido, en la iniciativa del Pacto Global y el GRI y en los Principios Rectores en Empresas y Derechos Humanos, por mencionar sólo algunas de las manifestaciones más relevantes.

"Lo que tienen en común estas aproximaciones es que subrayan la necesidad de pasar de la ganancia como fin de la actividad económica empresarial a la ganancia como medio de un fin superior, que, como ya lo mencioné, no es otro sino la realización de la vida humana en condiciones de dignidad y en armonía con el medio ambiente. De eso se trata el desafío de la sostenibilidad que ha quedado planteado en los Objetivos de Desarrollo Sostenibles.

"Ese es el ámbito en el que se inserta la discusión sobre la construcción de la paz que estamos dando actualmente en Colombia. Efectivamente, este llamado global a la construcción de un nuevo pacto empresarial por la vida es el marco de referencia idóneo para comprender el enfoque estratégico de la acción empresarial para la paz.

"En Colombia, buena parte de los conflictos y de su permanencia se explican por la pervivencia de horizontes de desarrollo que no han aceptado los acuerdos contemporáneos a los que me acabo de referir.

"El análisis de la economía política de la guerra ha mostrado las estrechas relaciones que existen entre la violencia y los modos de producción de tipo extractivista y acumulativo.

"Y no necesariamente por la vinculación de los actores privados al ejercicio de la violencia, sino por la generación de un contexto de relaciones y de deficiencias estructurales que no permiten los cambios que la paz requiere.

"También es importante reconocer que la continuidad del discurso maniqueo de la extrema izquierda latinoamericana, que tiene su expresión en Colombia y que manifiesta el recelo hacia la actividad privada empresarial, tiene sus raíces no sólo en la miopía de quienes formulan estas críticas, sino también en la incapacidad de parte del empresariado de adoptar prácticas que evidencien su compromiso con criterios de sostenibilidad y cuidado.

"Por eso, la discusión ideológica que involucrará a algunas empresas tras la desmovilización de las FARC requerirá asumir sin ambigüedades el entendimiento sobre empresas y desarrollo.

La FIP ha tenido una conversación activa con más de 80 empresas de toda Colombia sobre sus expectativas, miedos, esperanzas y posibilidades en torno a la paz

"Renglón aparte merece el desafío de la construcción del Estado en los territorios.

"Sobre este punto, es indiscutible que el compromiso empresarial por la construcción de la paz debe acompañarse de un esfuerzo semejante por parte del sector público. En ese sentido, es fundamental que el Estado fortalezca su capacidad de acción y de anticipación, y que contribuya, con reglas limpias, claras y sencillas, no sólo al cumplimiento de los acuerdos de paz sino a la provisión de bienes y servicios públicos, a la garantía de la seguridad y la justicia, y a la regulación con enfoque de equidad.

"Durante estos meses hemos atestiguado el compromiso de los empresarios en acompañar este proceso de fortalecimiento, mediante relaciones de cooperación, colegaje y veeduría.

"No podemos desconocer que la guerra también ha estado asociada a un tremendo bloqueo político y que si sus manifestaciones de corrupción, clientelismo y centralización no se contienen, será muy difícil construir una agenda conjunta (Estado-empresas-comunidades) de construcción de paz. Del Estado esperamos todo el rigor, todo el compromiso. De parte del empresariado esperamos que se ofrezca toda la iniciativa y el apoyo.

"Mi propuesta, de acogerse a esta Agenda Empresarial para la Construcción de la paz implica, como lo mencioné al principio, mucho de reflexión y mucho de acción.

"En primer lugar, tener un debate franco en las empresas sobre cuál es la noción de desarrollo que está implícita en sus decisiones de negocio y que se materializa en el día a día de la operación. No se trata de un tema de declaraciones, sino de valoración de los motivos y los modos en que se han hecho las cosas.

"En segundo lugar, quiero invitaros a realizar juntos un esfuerzo colectivo de cooperación, de intercambio de información, de aprendizaje y de mejoramiento continuo, orientado a fomentar acciones empresariales que promuevan la generación de condiciones para una paz sostenible y de largo plazo para Colombia.

"Finalmente también quiero invitarlos a consolidar, además de los rasgos empresariales para la paz, dos propósitos específicos.

  • Que pasemos de un país que concentra el desarrollo en el centro y no integra a la periferia a uno que abraza la periferia en pos del desarrollo.

  • Que aprovechemos la construcción de la paz como el “lienzo en donde se dibujan los cambios sociales” como de manera inspiradora lo plantea John Paul Lederach.

"Esta invitación involucra también a los distintos actores que gravitan entorno al mundo de las empresas. A los gremios, a las universidades, a las organizaciones filantrópicas y sociales y, en general, a quienes por motivos misionales o de decisión estratégica desean y están en condiciones de apoyar este esfuerzo colectivo de las empresas en el propósito antes mencionado.

"Quienes hacemos parte de este propósito, estamos convencidos de que el sector empresarial es una pieza fundamental en la construcción de la paz de Colombia.

"Creemos que los desafíos de la paz están íntimamente relacionados con los desafíos del desarrollo, y que para que la paz florezca y permanezca, se requiere, además de un Estado y una ciudadanía fuertes, un sector privado próspero, capaz de generar alternativas de bienestar para los distintos territorios de Colombia".

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María Victoria Llorente, directora de la FIP en la apertura del foro en Cartagena.

Durante dos días, más de 200 empresarios y representantes de fundaciones nacionales e internacionales, se reunieron en Cartagena para reflexionar sobre la oportunidad que representa el posconflicto para el sector. Leer artículo completo

 

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