EL
PERDÓN MIRADAS
NO CRISTIANAS

Ahora que el perdón se ha vuelto protagónico para lograr una sociedad reconciliada, conozca las reflexiones que hacen un imam, un rabino, un monje budista, una sacerdotisa Hare Krishna, y miembros de organizaciones de la fe Bahá’í y el Espiritismo.

El perdón ha dejado de ser un asunto personal. Ahora es el centro de actos y manifestaciones a favor de grupos y comunidades, y tiene una indudable connotación política. También es un tema relevante en países que buscan una salida negociada a sus conflictos armados. En Colombia, la justicia transicional de tipo restaurativo que pactó el Gobierno con las FARC, incluye mecanismos en los que decir la verdad y reparar a las víctimas son centrales para la construcción de paz.

Pero no se trata únicamente de las víctimas del conflicto. En aras de la reconciliación nacional, el perdón social —es decir, entre todos los colombianos— ha tomado fuerza como garante de la transición entre el conflicto y la paz. De ahí la necesidad de crear y promover una cultura de perdón que rompa los ciclos de violencia que ha vivido Colombia.

El perdón es un asunto de naturaleza ética y moral, estrechamente vinculado a dimensiones de tipo religioso y espiritual. De hecho, el concepto amplio de perdón que tenemos en Colombia proviene de la tradición católica. El papa Francisco, por ejemplo, insistió durante su visita, a propósito de la paz: “No tengan miedo a pedir y ofrecer el perdón. No se resistan a la reconciliación para acercarse y superar las enemistades”.

También hay otras aproximaciones religiosas y espirituales. Por eso, la Fundación Ideas para la Paz invitó a representantes de algunas comunidades a que compartieran sus visiones sobre el perdón e hicieran recomendaciones para este momento que vive el país. En este especial encontrará las voces de un imam, un rabino, un monje budista, una sacerdotisa hare krishna, y de miembros de organizaciones de la fe Bahá’í y del Espiritismo.

Budismo¿Qué es?

DENSHO QUINTERO

Maestro del Templo Mente Magnánima (Daishinji) de la Comunidad Soto Zen de Colombia

¿Qué significa perdonar?

Para poner en contexto el sentido que para el Budismo tiene el perdón y la venganza, me gustaría contar una historia que es bien conocida. Se trata de dos monjes budistas que se encuentran luego de ser liberados tras años de prisión y maltrato. Uno de ellos le pregunta a su amigo si ha perdonado a quienes lo mantuvieron preso. El otro responde: “No, cómo podría. Lo que hicieron es imperdonable”. El primero replica: “Entonces todavía te tienen prisionero”.

El deseo de venganza surge de la necesidad de generarle a otra persona un dolor proporcional al mal que causó, con la ilusión de que su sufrimiento produzca algo de alivio. Pero, como decía Buda: “Cuando alguien nos ha hecho mal, ardemos en ira y odio. ¿Por qué, entonces, repetimos el mismo mal del cual culpamos a los demás?”.

Para el Budismo, el deseo de venganza tiene su origen en el odio y la ira, emociones que consideramos velos que nublan la visión e impiden ver la realidad. Junto con la codicia y el desconocimiento, son los venenos de la mente y provocan la ignorancia.

El Budismo dice que toda acción está precedida por un pensamiento. Sin embargo, sucede tan de prisa que cuando hemos actuado ya es tarde. La ira y el odio son emociones obstructivas que nos congelan en un estado de ofuscación, al punto que ese estado puede llegar a materializar el odio y perpetuar el sufrimiento.

El perdón no significa aceptar o consentir las acciones del agresor. Con el perdón no se libera al otro sino a sí mismo y se rompen las cadenas de la venganza y la ira. Por esto, para el Budismo, perdonar no es un acto de la voluntad del ‘yo’ herido, sino la capacidad de dejar de identificarse con sentimientos de hostilidad y resentimiento hacia otros. Para hacerlo hay que ser capaz de soltar la carga de animadversión que nos hunde en la desesperación y que refuerza el ego. Soltar es liberarse de las tendencias reactivas del ‘yo’.

El perdón es la habilidad de renunciar a estas emociones dañinas, de vivir en el presente sin quedar atrapado en recuerdos dolorosos y proyecciones de venganza. Cuando odiamos no estamos generando ningún efecto sobre alguien diferente de nosotros mismos. Buda decía que el odio es como tomarse un veneno y esperar a que le haga daño al otro. Cuando nos liberamos de ese “enganche” a nuestras pasiones destructivas, lo hacemos también de la identidad con una individualidad herida. Si ya no hay un ego que se sienta agredido, en realidad no hay alguien que pueda perdonar.

¿Qué tan importante es perdonar?

El perdón, si lo entendemos como soltar aquello que nos genera emociones negativas, es un factor fundamental para liberarse del sufrimiento, que para Buda viene del apego. Todo existe por causas y condiciones: si la causa cesa, el fenómeno también. Sanamos nuestras heridas cuando ya no nos identificamos con sus causas. Así nos liberamos del apego y del encadenamiento al sufrimiento.

Para un budista, toda acción trae consecuencias, por eso las acciones motivadas por emociones negativas generan respuestas negativas. El odio produce más odio y la venganza nunca se puede saciar: el ego nos hace pensar que somos demasiado importantes y que podemos recibir recompensas mayores. El odio también genera en los otros el deseo de responder, lo que desencadena un ciclo de violencia que solo perpetúa el sufrimiento. Hay que detener las acciones que producen sufrimiento y darles a todos los seres el trato que se merecen, independientemente de sus creencias.

Perdonamos, somos capaces de ver el sufrimiento de los otros porque ya no estamos centrados en el nuestro. El perdón es la puerta a la compasión y ésta, la llave para liberarnos del sufrimiento. Cuando desplazamos el centro de atención del ‘yo’ y lo dirigimos a los otros, nos liberamos de las reacciones mecánicas de nuestro ego. No es venciendo a otros sino mediante la cooperación que construiremos una nueva sociedad. Cuando nos preocupamos por evitar acciones que produzcan sufrimiento, liberamos al otro y, al liberarlo, nos liberamos.

¿Qué les recomendaría a los colombianos?

La paz en Colombia será posible cuando estemos en paz con nosotros mismos y reflejemos ese estado en la manera como nos relacionamos con los demás, con los recursos naturales y con todo lo que está a nuestro alrededor. Necesitamos transformar el trato entre nosotros y el Budismo nos da esa posibilidad.

Si empezamos a perdonarnos, generaremos una manera más amable de relacionarnos y veremos una transformación de la sociedad, pues ya no consideraremos enemigos a quienes piensan distinto. Podremos comprender que también tienen razón, porque esa es su verdad, el mundo que construyeron. Cuando juzgo a otros, lo hago desde mis referentes morales, miedos, preferencias y placeres. Pero es solo mi punto de vista, construido a partir de mis circunstancias de vida, mi educación, entorno, familia, etc. Nadie más puede ver la realidad como lo hago yo.

El error está en creer que es posible hacer que los otros piensen como nosotros. Cuando soltamos esa manera rígida de ver el mundo, empezamos a ser más tolerantes, pacientes, respetuosos y, sobre todo, responsables de nuestras acciones, lo cual es fundamental para la sociedad del posconflicto. Debemos empezar a convivir con personas que tengan ideas, gustos y creencias diferentes, y entablar discusiones inteligentes y con argumentos.

Para poder perdonar, debemos empezar por reconocer y abrazar de manera amorosa nuestras debilidades; saber que hay tendencias que debemos evitar porque generan sufrimiento. Perdonar es estar en paz con nosotros mismos y con nuestra vida, esa que se expresa por medio de nuestras acciones.

DENSHO QUINTERO

Perdonar es la capacidad de dejar de identificarse con sentimientos de hostilidad y resentimiento hacia otros

ESPIRITISMO¿Qué es?

Milton Fabián Delgado Jiménez

Presidente de la Asociación Espírita Tercera Revelación, con sede en Bogotá

¿Qué significa perdonar?

Para el codificador del Espiritismo, Allan Kardec, la misericordia es el complemento de la mansedumbre: “quien no es misericordioso, no puede ser manso ni pacífico. La misericordia consiste en olvidar y perdonar las ofensas, y el olvido es propio de un alma elevada, de aquella que está por encima de los golpes que pueda recibir. Por el contrario, el odio y el rencor revelan un alma sin elevación ni grandeza, que está siempre ansiosa, sombría y desbordante de hiel; la otra, la elevada, es serena, plena de mansedumbre y caridad. Desdichado el que dice “jamás perdonaré”, porque si no lo condenan los hombres, lo hará Dios. ¿Con qué derecho puedo reclamar el perdón, si no perdono las fallas de los otros? Cuando Jesús manifiesta que se debe perdonar a un hermano (no siete veces, sino setenta veces siete), nos enseña que la misericordia es ilimitada”.

Kardec, en su libro El Evangelio Según el Espiritismo, afirma que hay dos maneras de perdonar: “la primera es grande, noble, verdaderamente generosa, sin segundas intenciones; evita con delicadeza herir el amor propio y la susceptibilidad del adversario, aunque esté completamente equivocado. La segunda, en cambio, tiene lugar cuando el ofendido o el que cree haber sido ofendido, impone al ofensor condiciones humillantes y le hace sentir el peso de un perdón que irrita en vez de calmar. Entonces, no tiende la mano a su ofensor con benevolencia, sino con ostentación para poder decir: “¡Miren qué generoso soy!”. Así es imposible que la reconciliación sea sincera. Es, en otras palabras, una manera de satisfacer el orgullo”.

“En toda contienda, el que se manifiesta más conciliador, el que demuestra más desinterés, más caridad y verdadera grandeza de alma, captará siempre la simpatía de las personas imparciales”, enseña Kardec.

¿Qué tan importante es perdonar?

Perdonar es de gran importancia para el Espiritismo. Hacerlo con los enemigos es pedirse perdón a sí mismo. Perdonar a los amigos es darles una prueba de amistad. Perdonar las ofensas es mostrarse mejor de lo que se es, enseña Kardec. Y agrega: “perdonad, pues, amigos míos, a fin de que Dios os perdone, porque si sois rígidos, exigentes e inflexibles, si empleáis el rigor hasta por una ligera ofensa, ¿cómo pretenderíais que Dios olvide que cada día tenéis mayor necesidad de indulgencia?”.

Para el Espiritismo, existen el perdón de los labios y el del corazón. “Muchas personas dicen que perdonan a su adversario mientras que experimentan un placer secreto por el mal que le ocasionan, y alegan que eso es lo que se merece. ¿Cuántos dicen “yo perdono” pero añaden “no me reconciliaré nunca, no lo volveré a ver en mi vida”?”, reflexiona Pablo Apóstol, en comunicación mediúmnica recibida “Evangelio Según el Espiritismo, capítulo X, Perdón de las Ofensas".

Ese no es el verdadero perdón. Para nuestra doctrina, lo es cuando se echa un velo sobre el pasado, ese es el único que será tomado en cuenta porque Dios no se contenta con las apariencias, sondea el fondo de los corazones y los pensamientos más secretos. “El olvido completo y absoluto de las ofensas es propio de las almas grandes. El rencor es en todos los casos una señal de bajeza y de inferioridad. El verdadero perdón se reconoce mucho más en los actos que en las palabras”, dice Kardec cuando invita a perdonar para que Dios nos perdone.

¿Qué les recomendaría a los colombianos?

Recomendamos tener en cuenta la siguiente reflexión inspirada en la enseñanza de Jesús: “¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano? Lo perdonarás no siete veces, sino setenta veces siete”. Comparen esas palabras misericordiosas con la oración que Jesús enseñó a sus discípulos, tan sencilla, tan resumida y tan grande en sus aspiraciones y aplíquenla en ustedes mismos: “Jesús, el justo por excelencia, responde a Pedro: “perdonarás, pero sin límites; perdonarás cada ofensa que se te haga; enseñarás a tus hermanos ese olvido de sí mismo que hace al hombre invulnerable contra el ataque, los malos procederes y las injurias”.

Para el Espiritismo, si los actos de nuestros hermanos nos han perjudicado personalmente, tenemos mayor motivo para ser indulgentes, porque el mérito del perdón es proporcional a la gravedad del mal. “Olviden el mal que les hayan hecho y no piensen sino en una cosa: el bien que pueden dar a cambio. El que ha ingresado en este camino no debe apartarse de él, ni siquiera con el pensamiento”, dice Kardec e invita a despojarnos así de todo sentimiento de rencor.

Milton FabiánDelgado Jiménez

¿Con qué derecho puedo reclamar el perdón, si no perdono las fallas de los otros?

FE BAHÁ’Í¿Qué es?

Dra. Haleh Arbab de Correa

Doctora en Educación para el desarrollo y Directora del Instituto para Estudios en Prosperidad Global

¿Qué significa perdonar?

La Fe Bahá'í promueve el desarrollo de cualidades espirituales como el amor, la compasión y la generosidad, así como también fomenta el perdón, la sinceridad y la paciencia. El primer consejo que se le da a los bahá'ís es “poseer un espíritu puro, bondadoso y radiante”. Están llamados a actuar de manera que sus corazones estén libres de cualquier huella de ira, resentimiento, amargura u odio. Sus pensamientos deben concentrarse en todo aquello que sea propicio para el amor y la unidad, y, por supuesto, en lo que ayude a la humanidad.

“Un pensamiento de odio —exhorta Abdu’l-Bahá, una de las figuras centrales de la Fe Bahá’í—, debe ser destruido por un pensamiento más poderoso de amor”. “Si alguien comete un error o daño en vuestro perjuicio —indica en otro lugar—, debéis perdonarlo instantáneamente”, dice.

En el mismo sentido, los escritos baha’ís afirman que “si alguien maltrata, hiere o agrede a otro, y éste toma represalias del mismo modo, se constituye en venganza y es censurable”. Si Pedro asesina al hijo de Pablo —por ejemplo—, Pablo no tiene derecho a matar al hijo de Pedro. Si lo hace sería un acto de venganza y censurable en extremo. Más bien, debe actuar de la manera opuesta y mostrar perdón.

De acuerdo con las enseñanzas bahá'ís, el grado de perdón debe ser tal que alguien que ha sido ofendido por otro debe incluso, si es posible, “ponerse al servicio del agresor”.

¿Qué tan importante es perdonar?

La Fe Bahá’í enseña que la meta de la evolución social es ver a toda la raza humana como “un alma y un cuerpo”. El cuerpo ha evolucionado hasta tal grado de complejidad, que hace posible el surgimiento de la conciencia. Si pensamos en el funcionamiento biológico del cuerpo y su bienestar, este se caracteriza por la integración perfecta de las células: ninguna célula vive separada del cuerpo. Pero si se aplica esta analogía al cuerpo social, lo que vemos es que la concepción actual de la sociedad es un agregado de elementos competidores y de diferentes grupos que tratan de explotarse unos a otros. Hoy, la humanidad debe alejarse de esta visión en la que la sociedad no es otra cosa que una arena de negociación entre individuos que defienden el interés de una persona o grupo. Las relaciones entre los individuos –y entre estos y las instituciones– deben regirse por el concepto de la unidad y guiarse por los principios de la colaboración y la reciprocidad. 

Sin embargo, la unidad no puede establecerse sin la justicia. Las enseñanzas bahá'ís aseguran que, a la vista de Dios, “lo más amado de todas las cosas es la justicia”, pues permite que el individuo vea con sus propios ojos y conozca a partir de su propio conocimiento. La justicia es el único poder que puede traducir nuestra conciencia de unidad en una voluntad colectiva. Por eso, si bien el individuo es llamado a perdonar, las instituciones de la sociedad tienen el derecho y la responsabilidad de asegurar la justicia castigando al malhechor. El propósito de este castigo dista mucho de la venganza, es una herramienta de disuasión para impedir que otros cometan crímenes similares.

¿Qué les recomendaría a los colombianos?

Las heridas que han dejado más de cincuenta años de guerra en el tejido de la sociedad colombiana, solo pueden curarse mediante procesos de reconciliación que demandan la capacidad de perdonar las faltas, dejar atrás el pasado y avanzar hacia un futuro mejor. El perdón, a nivel individual, requiere que la víctima vea al autor del daño como conciudadano, como hijo de Dios, y de esta manera sea capaz de perdonar. Este es el perdón constructivo: purifica el alma del individuo, le trae la paz interna, lo reconcilia con los demás y tiene un mayor impacto sobre la sociedad.

Pero el perdón por sí solo no puede resolver todos los problemas del país. El alarmante número de personas desplazadas, el aumento constante de la población que vive en condiciones de pobreza absoluta, la creciente brecha entre ricos y pobres, y el ambiente de inseguridad y falta de confianza en las autoridades, evidencian la necesidad de una nueva visión para Colombia. Por lo tanto, es importante que, en la coyuntura del posconflicto, cuando los diferentes grupos tratan de reconciliarse y hacen grandes esfuerzos para sanar las heridas pasadas, se forjen nuevas relaciones y se cree un ambiente de paz y seguridad. Es primordial que las instituciones y el pueblo colombiano reconsideren la forma en que se relacionan entre sí.

Si la reconciliación significa restaurar las relaciones, tenemos que examinar la comprensión que tenemos de esas relaciones. Debemos preguntarnos si queremos volver a lo que nos llevó a donde estamos hoy, o si estamos dispuestos a remplazar la explotación, la opresión, la desconfianza y la sospecha por relaciones de confianza, mutualidad y cooperación.

Dra. Haleh Arbab de Correa

Un pensamiento de odio debe ser destruido por un pensamiento más poderoso de amor

HARE KRISHNA¿Qué es?

Mahandandi Devi Dasi

Sacerdotisa de la cultura Hare Krishna en Bogotá

¿Qué significa perdonar?

En el Vaisnavismo el perdón tiene una relación directa con la sanación. En el momento en que perdonamos sanamos no solo la mente y el espíritu, sino también el cuerpo. Cuando nuestro corazón está libre del rencor o resentimiento, estamos limpios, libres y sanos.

Para la comunidad Vaisnava, el perdón se relaciona con el agradecimiento. ¿De qué manera? Cuando empezamos a ser agradecidos con cada cosa que el Señor Supremo (Krishna) nos regala como el aire, los alimentos, nuestros seres queridos, nuestro padre y madre que nos dieron la oportunidad de estar en esta existencia, y todo aquello que día a día recibimos; entonces perdonamos. Muchas personas tienen resentimientos con sus padres, sienten que no tienen una buena relación con ellos o que debieron hacer cosas que no hicieron. Pero cuando dejamos de pensar en lo que los otros debieron o no hacer y en cambio pensamos en que puedo hacer yo cada día y en ser agradecidos, automáticamente propiciamos el perdón.

Es por eso que en nuestra cultura empezamos a agradecer desde que amanece. Nos levantamos y agradecemos por una nueva oportunidad, por un día más para hacer algo por nuestra existencia y por la de todas las personas que nos rodean, por la posibilidad de dar alegría, fraternidad, amor, fuerza y entusiasmo. Cuando pensamos en el bienestar de los demás y en cómo puedo ayudarlos estoy perdonando todo. En esta condición lo malo pierde y gana el perdón.

¿Qué tan importante es perdonar?

El perdón tiene un vínculo directo con el agradecimiento. En el agradecer encontramos la sanación y allí está el perdón. Por esta razón debemos las 24 horas tener presente el agradecimiento en todos los ámbitos de nuestra vida.

¿Qué les recomendaría a los colombianos?

Nuestra comunidad Vaisnava en Colombia y el mundo todos los días y en cada momento medita y ora para que los colombianos y el mundo puedan mejorar su calidad de vida desde su corazón. Desde el ejercicio del agradecimiento cada colombiano puede mejorar su vida, su entorno, su ciudad, su país, el mundo y el universo; muchos han olvidado este ejercicio y se encuentran en una condición de yo y mío, creando conflictos y destrucción. Es importante saber que lo que entregas es lo que recibes; lo que nos hace entender que es importante tomar conciencia de no maltratar a los animales y a la madre tierra; y lo más importante ser conscientes de nuestra forma de pensar, hablar y actuar.

Desde nuestro hogar, colegio, universidad, trabajo y en todos los ámbitos de nuestra vida, podemos generar conciencia para crear un tejido de amor, paz y fraternidad, para salir de la ignorancia. Creemos firmemente que las personas no actúan porque quieran hacer el mal, sino porque ignoran que están siendo manejados por fuerzas supremas como la ley del karma o de acción y reacción. Esta ley nos invita a reflexionar sobre lo que estamos haciendo para servir, pues todo se nos devuelve: si dañamos a la humanidad, ese sufrimiento volverá a nosotros. Por eso, nuestra cultura nos enseña a no causar daño a los otros, ni siquiera a los animales, al agua o a la madre tierra.

Mahandandi Devi Dasi

En el momento en que perdonamos sanamos no solo la mente y el espíritu, sino también el cuerpo

ISLAM¿Qué es?

Julián Zapata

Es Imam y dirige el Centro Cultural Islámico de Chía. También es analista de política internacional y asuntos relacionados con el islam actual.

¿Qué significa perdonar?

El perdón es un concepto central en el Islam, ya que Alá es un Dios perdonador y misericordioso que nunca da un castigo injusto o excesivo a ninguna persona. Es cierto que el Corán —como también el Antiguo Testamento de la Biblia— consagra la ley del talión, “ojo por ojo, diente por diente”, para mantener el orden social. Sin embargo, los textos sagrados del Islam insisten en que “el que perdona es poseedor del más elevado carácter”.

Dios es descrito más de 17 veces como Al-Ghafur, que significa “el más perdonador”. El verbo gharafa quiere decir en árabe excusar, absolver, aplacar y perdonar. Dios es Al-‘Afuw, “el que cura y restaura”. En algunos versos coránicos ambos nombres —Al-Ghafur y Al-‘Afuw— aparecen juntos. También es llamado Al-Tawwab: “el que acepta el arrepentimiento” de aquellos que sinceramente lamentan sus malas acciones y vuelven a él. Otro nombre de Dios es Al-Halim: el clemente, que no es rápido en juzgar y da tiempo. Así que el Islam enseña que Dios también castiga, pero el castigo es un medio transitorio de purificación interior, no un fin en sí mismo. Alá desea perdonar a cualquier pecador, él tiene completa libertad para hacerlo pues su misericordia y amor son infinitos.

¿Qué tan importante es perdonar?

En el Islam el perdón es importante. Debemos perdonar a aquellas personas que nos han hecho sentir mal o que nos han hecho daño, al igual que nosotros también debemos ser perdonados. Es mejor perdonar que vengarse, porque el odio irá creciendo cada vez más. La ética del Islam está representada por la tolerancia, la comprensión, la compasión, el diálogo, el perdón y la generosidad. Una de las bellas súplicas que enseñó el profeta Mahoma a la humanidad dice: “O Alá, tú eres el más perdonador, amas el perdón, por lo tanto: perdóname”. Necesitamos la misericordia divina y el perdón todo el tiempo. Es incorrecto asumir que alguien alcanzará la salvación eterna sin la misericordia y el perdón de Dios.

En el Islam no existe dicotomía entre castigo y perdón. El perdón es eterno como el amor, mientras que el castigo es temporal, porque no existe un crimen equivalente a la eternidad.

¿Qué les recomendaría a los colombianos?

Para el caso de la transición del conflicto a la paz, quiero recomendar los sabios consejos de unos de los líderes espirituales e intelectuales más influyentes de nuestro tiempo: el imam Aga Khan IV, quien durante una visita a Siria en el año 2001, dijo: “En los últimos años, la sociedad humana, tristemente, ha presenciado una polarización de las diferencias entre las personas en todas las formas del conflicto. […] Esta es una situación que deploro y que no puede ser aceptable para cualquier individuo que aspira a vivir la vida en paz, con dignidad y seguridad. […] La paz sólo puede lograrse cuando se entienda y valore el pluralismo de la sociedad humana para construir un futuro mejor. En el Islam, ese pluralismo es bien reconocido y la ética de sus múltiples interpretaciones requiere que se respete la diversidad. […] Cualquier diferencia debe ser resuelta a través de la tolerancia, la compresión, la compasión, el diálogo, el perdón y la generosidad”.

Tomando como referencia el caso sirio, Aga Khan IV insiste en que es importante “identificar y analizar los retos sociales y económicos que se avecinan, así como determinar la mejor manera de anticiparlos y responder a ellos. […] Para ser eficaces, los países, las instituciones, organizaciones y programas tendrán que ser cada vez más competentes en lo que hacen. Hoy, y aún más para las generaciones que vienen, se requerirá considerar la meritocracia. […] Existe la necesidad de que la sociedad extraiga fuerza y dirección de los principios éticos comunes, incluyendo la generosidad en el uso del intelecto, las competencias profesionales y el servicio voluntario. Es importante recordar que, en el mundo de hoy, caracterizado por acelerados cambios, la educación debe permanecer como proceso de toda la vida”.

Abogando por la ética en la toma de decisiones y la vida cotidiana, Aga Khan IV señala que el Islam impone al individuo mantener el equilibrio entre la vida espiritual y el bienestar material, para asegurar que los esfuerzos materiales estén respaldados por principios éticos. En este sentido, el equilibrio entre din (lo religioso) y dunya (las preocupaciones cotidianas), implica no solo el cumplimiento de las obligaciones espirituales del individuo, sino también la obligación de adquirir conocimiento y de utilizarlo en beneficio de los demás”.

Para la construcción de paz en Colombia, proponemos:

• Consagrar el paradigma del diálogo y la alianza entre civilizaciones que ha establecido Naciones Unidas en diversas resoluciones y que exaltan la tolerancia positiva, la armonía y la masiva cooperación entre tradiciones, culturas y cosmovisiones religiosas y el Estado colombiano, buscando el bien común.
• Generar un modelo propio de desarrollo entre civilizaciones, intercultural e interreligioso, teniendo en cuenta la perspectiva de nuestra realidad histórica y las particularidades culturales. Mejorar las capacidades humanas, el conocimiento y las destrezas de las personas de diversas tradiciones, ya que son un índice de desarrollo humano y de profundización de los principios democráticos.

Julián Zapata

El que perdona es poseedor del más elevado carácter

JUDAÍSMO¿Qué es?

Alfredo Goldschmidt

Rabino del Centro Israelita de Bogotá y del Colegio Colombo Hebreo, docente universitario y promotor de la incorporación de nuevas comunidades judías

¿Qué significa perdonar?

Cuando hablamos del perdón entre los hombres creemos que, principalmente, tiene que haber justicia. Si alguien me hizo daño debo apelar al sistema judicial del grupo —o del país— para que se defina si realmente fue así y pedir justicia. La justicia debe evitar el sentimiento de venganza. Una vez se haya dictaminado el sistema judicial que se esté aplicando, se determine la culpabilidad de alguna de las partes y se acepte el fallo, entonces puedo apelar al perdón.

La venganza está estricta y responsablemente prohibida en el judaísmo. No existe venganza en nuestras relaciones interpersonales. Debe haber justicia y perdón. Es muy difícil perdonar si no hubo justicia. Sin embargo, si hubo justicia y aclaración de culpabilidad, y después de ello una persona no perdona, creemos que su humanidad está fallando. El perdón debe surgir y ser aceptado a partir del momento en que tengamos decisión de justicia.

¿Qué tan importante es perdonar?

El perdón es una condición básica del judaísmo que permite que una persona no cargue con la culpa. Hay distintas condiciones. Digamos que una persona insultó o le robó a otra. Primero, tiene que haber justicia: que se devuelva lo robado, que se clarifique el insulto. Es importante que se aclare, de manera justa, cuál fue el conflicto. Pero, después de aclararlo, el judaísmo promueve que se pida y se otorgue el perdón. Pedir perdón es una actitud muy importante de humildad y de aceptación del error cometido que requiere madurez. Y lo es mucho más para quien otorga el perdón.

Pero si la persona no otorga el perdón la consideramos ‘ahzadi’, es decir, una persona que es dura, resentida. A la larga, no perdonar va a ir en contra de esa misma persona, le va a hacer daño. Si alguien me pide perdón y después de que hubo justicia no lo otorgo, me estoy haciendo daño a mí mismo. Es muy difícil medir las consecuencias de este perdón no otorgado. Hace daño física, espiritual y místicamente.

¿Qué les recomendaría a los colombianos?

Desde la visión religiosa judía, debe establecerse primero la culpabilidad en el manejo de la guerra. Una vez se establezca quiénes fueron las personas que cometieron los crímenes, es totalmente aceptable que haya una justicia transicional por ser un conflicto de tanto tiempo.

Es muy importante que en el posconflicto aprendamos a perdonar como sociedad, incluso aquellos que sufrieron los daños directos de la guerra. Si pasamos por la justicia transicional y luego no perdonamos, eso tarde o temprano va a revertirse.

Creo que el paso hacia una justicia transicional restaurativa está dentro del marco del pensamiento judío —que es hacer justicia—. Los protagonistas de la guerra deberán pedir perdón, como pidieron perdón los protagonistas de otras guerras en la historia, y aceptar el ‘castigo’ que se decida en este código de justicia. Luego, según el pensamiento judío, la sociedad civil debe empezar una nueva página a partir de la justicia y del perdón.

Alfredo Goldschmidt

La venganza está estricta y responsablemente prohibida en el judaísmo... Debe haber justicia y perdón